El amor es una enfermedad
El amor es una enfermedad. Puede que sea una enfermedad que todos deseamos padecer en un momento u otro de nuestra vida, pero es una enfermedad. El amor hace que perdamos esa capacidad de razonar que nos advierte de que ciertas cosas es mejor no hacerlas.
Si no me hubiera perdido en aquellos ojos azul cielo mi vida hubiera sido distinta, quizás mejor, seguro que mejor. Pero lo cierto es que me perdí en aquellos ojos y desde aquel momento todo fue de mal en peor.
Todo comenzó con unos simples porros, sólo para relajar. Yo, que siempre había estado en contra de todo aquello me resistí, pero en aquellos momentos mi cerebro estaba tan saturado de endorfinas que no supo ganar la batalla.
Y los ojos azules acabaron queriendo experimentar más y yo... yo hacía tiempo que no controlaba nada. Le amaba, o eso creía entonces, supongo que era cierto.
Acabé atrapada en una espiral que no parecía tener fin... No escuché las voces que expresaban en voz alta lo que mi enfermo cerebro susurraba. Me fui apartando de la gente que trataba de hacerme ver.
Las mentiras empezaron a surgir de mi boca con toda naturalidad:
- ¿Cómo puedes ir en manga larga con el calor que hace?
- Es que tengo mal la circulación y siempre estoy helada... - mientras creía sentir cada una de las cicatrices de los picos.
Y había quien se lo creía, porque a veces la gente prefiere fingir que no se da cuenta de las cosas, es más fácil simular que todo va bien que enfrentarse a la cruel realidad.
Cuando los ojos azules se fueron toqué fondo. Mi cerebro se despertó, y descubrí en lo que me había convertido.
Afortunadamente esa enfermedad es tan misteriosa que incluso consiguió que alguien se perdiera en mis turbios ojos castaños...
No sé qué pudo ver en mi. El reflejo del espejo sólo me producía nauseas. Pero el caso es que algo debió de ver, quizás restos de lo que un día había sido, o quizás se perdiera cuando aún mis ojos brillaban y entonces no lo supe ver.
Él me tendió la mano que necesitaba para escalar el pozo en el que estaba.
Sí, el amor es una enfermedad, o quizás no sea el amor sino la pasión desmedida... por suerte a veces las consecuencias de las enfermedades no son tan malas.
Sigo infectada, amo al dueño de esos ojos negros que consiguió devolver el brillo a los mios. La diferencia está en que ahora mi cerebro sí tiene voz y voto. A veces maldigo no poder perderme de aquella forma, maldigo el no ser capaz de darlo todo, porque creo que en este caso la enfermedad no rozaría como entonces lo mortal... pero supongo que aquello, para bien o para mal, sólo ocurre una vez.
NOTA: Pura ficción... pero tan real...
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