Magia verdadera
"El que todo el mundo crea algo
no significa que sea cierto."
no significa que sea cierto."
- Te toca Dani.
Dani se dirigió al escenario con paso tranquilo.
- Me encantan los trucos de tu padre - dijo mirando a la niña.
- No son trucos, es magia - respondió ella.
Su padre se giró justo antes de alcanzar el escenario la miró y se llevo un dedo a los labios a la vez que le dedicaba un guiño.
La niña sonrió y asintió. En cualquier caso... ¿quién la iba a creer?
- En toda mi vida como organizadora de espectáculos de magia no he conocido a nadie como tu padre. Me encantaría saber quien le ha enseñado esos trucos, bueno esa... magia - rectificó rápidamente.
- Es un secreto de familia - dijo simplemente la niña mientras hacía girar sus extrañas pulseras.
Mientras se acercaba al escenario Dani, como cada vez que lo hacía, recordó la historia que tantas veces su madre le contó...
- Explícamelo una vez más... ¿Por qué vamos a atravesar medio país para visitar a una abuela a la que no ves desde que eras una niña y con la que no tienes ninguna relación?
- Ya te lo he dicho... he soñado con ella... ya sabes que...
- Silvia, es un viaje muy largo y no creo que sea bueno para el bebé.
- Dani estará bien. Irá dormido la mayor parte del tiempo.
- Silvia...
- Toño, te daré otra buena razón: necesito hacerlo, y tú me quieres lo suficiente como para concedérmelo.
- Vale, tengo otra pregunta...
Ella, que pensaba se había acabado la discusión, enarcó las cejas mostrando su sorpresa y curiosidad a la vez.
- ¿Vamos a salir de una vez?
Ella se echó a reír y le dio un beso.
Llamó a la puerta sin poder ocultar el nerviosismo que le producía volver a ver a su abuela después de más de 20 años sin tener ningún contacto con ella. Abrió la puerta una mujer de mediana estatura, delgada, pero no enjuta, con el pelo blanco recogido en una cola de caballo. Al instante reconoció sus ojos.
Sintió su penetrante mirada y antes de que pudiera decir nada su abuela dijo:
- Bienvenida. Ha pasado mucho tiempo.
No pudo evitar sentirse sorprendida.
- ¿Sabes quién soy?
- Por supuesto. ¿Cómo no iba a reconocer a mi propia sangre?
Entonces su cara cambio de expresión, de algo parecido a la ternura que hasta entonces reflejaba su rostro, a una capa de enfado...
- Pero... ¿qué demonios haces aún con la pulsera? - casi gritó mirando fíjamente la pulsera que entornaba su muñeca. Fue entonces cuando se dio cuenta de la presencia de Toño y el bebé.
Se acercó rápidamente al niño y preguntó:
- ¿Qué tiempo tiene?
- Mañana cumplirá 6 meses - acertó a decir Silvia, que ya no sabía muy bien cómo reaccionar ante el extravagante comportamiento de su abuela.
Carla, así se llamaba su abuela, la miró con preocupación y finalmente dijo:
- Tu padre no te dio la carta, ¿verdad?
- ¿Carta?
- Será mejor que pasemos dentro.
Les condujo a un acogedor salón en cuya chimenea crepitaba el fuego.
- Cuando murió tu madre supe que tu padre intentaría alejarte de nosotros. - Carla comenzó a hablar más para sí misma que para sus atónitos espectadores - Él nunca entendió todo esto. Os amaba con locura a ti y a tu madre, pero no lo entendía... Él debió darte mi carta. Al no hacerlo te puso en peligro, y le puso en peligro a él- dijo mientras señalaba al niño.
- ¿De qué hablas abuela?
- ¿Has tenido alguna vez sueños que se han cumplido? ¿Has notado alguna vez que cuando no encontrabas algo de repente lo descubrías a tu lado?
- Sí...
- ¿Has llevado siempre la pulsera?
- Sí, es el único recuerdo que tengo de mamá...
- Quítatela.
- ¿Por qué? - Silvia no sabía muy bien de qué iba todo aquello, y podía notar la inquietud de Toño.
- Haz caso a esta vieja... por muchas palabras que te diga ambas sabemos que sólo los hechos te convencerán.
Silvia se desprendió de la pulsera y la depositó con cuidado sobre la chimenea.
- Está bien. Ahora... desea que la pulsera vuelva a tus manos.
- ¿Perdona?
- ¿Acaso eres sorda? Perdona,- se apresuró a decir - tanto tiempo sola me ha vuelto impaciente con los demás.
Silvia un poco molesta hizo lo que su abuela le decía. Al instante la pulsera apareció en su mano. Miró la mano, luego la chimenea, y de nuevo la mano, sin poder salir de su asombro.
Toño la miraba con la boca abierta, mientras Carla sonreía divertida.
- Es posible que tus poderes superen a los de tu madre.
Así fue como Silvia descubrió que descendía de una larga estirpe de magos. Así fue como supo que en un tiempo muy lejano la magia era algo natural. En algún punto de la historia, por un motivo ya olvidado, todos la borraron de sus memorias. Todos, salvo unos pocos que, en secreto, continuaron creyendo en ella, practicándola, pasando sus conocimientos de generación en generación.
- ¿Y la pulsera?
- Los bebés no saben ni ocultar ni controlar sus poderes. La pulsera los anula hasta que son demasiado fuertes... Es la única forma que encontramos de protegerlos.
- Dani...
- Sí, es probable que también los tenga, aunque aún no se hayan manifestado. Hemos tenido suerte de que vinieras a verme a tiempo... -dijo al tiempo que guardaba la pulsera en una vieja caja de madera y se la entregaba a Silvia.
Al despertarse la vio contemplando la cuna vacía.
Ella notó su mirada interrogante y simplemente dijo:
- Ya ha empezado.
Dani se levantó a un tiempo preocupado y orgulloso. Orgulloso como todo padre que ve como su progenie sigue sus pasos. Preocupado como todo progenitor que presiente los peligros que se extienden ante sus hijos.
Se acercó a la estantería y tomó el pequeño baúl de madera. Una nube de polvo flotó al soplar. Lentamente, como si de un ritual se tratara, lo abrió. Y con la misma lentitud sacó una diminuta pulsera de plata, con extraños signos grabados.
Cerró con cuidado el baúl y lo depositó de nuevo en la estantería.
Luego simplemente se sentó a esperar junto a la cuna al lado de su compañera.
Un tiempo después el bebé apareció en la cuna. Ella se inclinó y lo tomó en sus brazos, sin poder disimular su ansiedad. Se miraron sabiendo que el que ambos conocieran la magia haría que esa niña tuviera mucho poder. Él cogió suavemente el diminuto brazo y colocó la pulsera en su muñeca, mientras recitaba extrañas palabras. Luego le tocó el turno a su compañera, que hizo lo mismo con otra pulsera similar que tenía en su regazo.
¿Alguna vez os habéis preguntado cómo pueden conseguir esas cosas algunos magos? ;-)
- Me encantan los trucos de tu padre - dijo mirando a la niña.
- No son trucos, es magia - respondió ella.
Su padre se giró justo antes de alcanzar el escenario la miró y se llevo un dedo a los labios a la vez que le dedicaba un guiño.
La niña sonrió y asintió. En cualquier caso... ¿quién la iba a creer?
- En toda mi vida como organizadora de espectáculos de magia no he conocido a nadie como tu padre. Me encantaría saber quien le ha enseñado esos trucos, bueno esa... magia - rectificó rápidamente.
- Es un secreto de familia - dijo simplemente la niña mientras hacía girar sus extrañas pulseras.
Mientras se acercaba al escenario Dani, como cada vez que lo hacía, recordó la historia que tantas veces su madre le contó...
- Explícamelo una vez más... ¿Por qué vamos a atravesar medio país para visitar a una abuela a la que no ves desde que eras una niña y con la que no tienes ninguna relación?
- Ya te lo he dicho... he soñado con ella... ya sabes que...
- Silvia, es un viaje muy largo y no creo que sea bueno para el bebé.
- Dani estará bien. Irá dormido la mayor parte del tiempo.
- Silvia...
- Toño, te daré otra buena razón: necesito hacerlo, y tú me quieres lo suficiente como para concedérmelo.
- Vale, tengo otra pregunta...
Ella, que pensaba se había acabado la discusión, enarcó las cejas mostrando su sorpresa y curiosidad a la vez.
- ¿Vamos a salir de una vez?
Ella se echó a reír y le dio un beso.
Llamó a la puerta sin poder ocultar el nerviosismo que le producía volver a ver a su abuela después de más de 20 años sin tener ningún contacto con ella. Abrió la puerta una mujer de mediana estatura, delgada, pero no enjuta, con el pelo blanco recogido en una cola de caballo. Al instante reconoció sus ojos.
Sintió su penetrante mirada y antes de que pudiera decir nada su abuela dijo:
- Bienvenida. Ha pasado mucho tiempo.
No pudo evitar sentirse sorprendida.
- ¿Sabes quién soy?
- Por supuesto. ¿Cómo no iba a reconocer a mi propia sangre?
Entonces su cara cambio de expresión, de algo parecido a la ternura que hasta entonces reflejaba su rostro, a una capa de enfado...
- Pero... ¿qué demonios haces aún con la pulsera? - casi gritó mirando fíjamente la pulsera que entornaba su muñeca. Fue entonces cuando se dio cuenta de la presencia de Toño y el bebé.
Se acercó rápidamente al niño y preguntó:
- ¿Qué tiempo tiene?
- Mañana cumplirá 6 meses - acertó a decir Silvia, que ya no sabía muy bien cómo reaccionar ante el extravagante comportamiento de su abuela.
Carla, así se llamaba su abuela, la miró con preocupación y finalmente dijo:
- Tu padre no te dio la carta, ¿verdad?
- ¿Carta?
- Será mejor que pasemos dentro.
Les condujo a un acogedor salón en cuya chimenea crepitaba el fuego.
- Cuando murió tu madre supe que tu padre intentaría alejarte de nosotros. - Carla comenzó a hablar más para sí misma que para sus atónitos espectadores - Él nunca entendió todo esto. Os amaba con locura a ti y a tu madre, pero no lo entendía... Él debió darte mi carta. Al no hacerlo te puso en peligro, y le puso en peligro a él- dijo mientras señalaba al niño.
- ¿De qué hablas abuela?
- ¿Has tenido alguna vez sueños que se han cumplido? ¿Has notado alguna vez que cuando no encontrabas algo de repente lo descubrías a tu lado?
- Sí...
- ¿Has llevado siempre la pulsera?
- Sí, es el único recuerdo que tengo de mamá...
- Quítatela.
- ¿Por qué? - Silvia no sabía muy bien de qué iba todo aquello, y podía notar la inquietud de Toño.
- Haz caso a esta vieja... por muchas palabras que te diga ambas sabemos que sólo los hechos te convencerán.
Silvia se desprendió de la pulsera y la depositó con cuidado sobre la chimenea.
- Está bien. Ahora... desea que la pulsera vuelva a tus manos.
- ¿Perdona?
- ¿Acaso eres sorda? Perdona,- se apresuró a decir - tanto tiempo sola me ha vuelto impaciente con los demás.
Silvia un poco molesta hizo lo que su abuela le decía. Al instante la pulsera apareció en su mano. Miró la mano, luego la chimenea, y de nuevo la mano, sin poder salir de su asombro.
Toño la miraba con la boca abierta, mientras Carla sonreía divertida.
- Es posible que tus poderes superen a los de tu madre.
Así fue como Silvia descubrió que descendía de una larga estirpe de magos. Así fue como supo que en un tiempo muy lejano la magia era algo natural. En algún punto de la historia, por un motivo ya olvidado, todos la borraron de sus memorias. Todos, salvo unos pocos que, en secreto, continuaron creyendo en ella, practicándola, pasando sus conocimientos de generación en generación.
- ¿Y la pulsera?
- Los bebés no saben ni ocultar ni controlar sus poderes. La pulsera los anula hasta que son demasiado fuertes... Es la única forma que encontramos de protegerlos.
- Dani...
- Sí, es probable que también los tenga, aunque aún no se hayan manifestado. Hemos tenido suerte de que vinieras a verme a tiempo... -dijo al tiempo que guardaba la pulsera en una vieja caja de madera y se la entregaba a Silvia.
Al despertarse la vio contemplando la cuna vacía.
Ella notó su mirada interrogante y simplemente dijo:
- Ya ha empezado.
Dani se levantó a un tiempo preocupado y orgulloso. Orgulloso como todo padre que ve como su progenie sigue sus pasos. Preocupado como todo progenitor que presiente los peligros que se extienden ante sus hijos.
Se acercó a la estantería y tomó el pequeño baúl de madera. Una nube de polvo flotó al soplar. Lentamente, como si de un ritual se tratara, lo abrió. Y con la misma lentitud sacó una diminuta pulsera de plata, con extraños signos grabados.
Cerró con cuidado el baúl y lo depositó de nuevo en la estantería.
Luego simplemente se sentó a esperar junto a la cuna al lado de su compañera.
Un tiempo después el bebé apareció en la cuna. Ella se inclinó y lo tomó en sus brazos, sin poder disimular su ansiedad. Se miraron sabiendo que el que ambos conocieran la magia haría que esa niña tuviera mucho poder. Él cogió suavemente el diminuto brazo y colocó la pulsera en su muñeca, mientras recitaba extrañas palabras. Luego le tocó el turno a su compañera, que hizo lo mismo con otra pulsera similar que tenía en su regazo.
¿Alguna vez os habéis preguntado cómo pueden conseguir esas cosas algunos magos? ;-)
10 Comments:
dibididabidibu
la verdad es que a mi el ilusionismo me fascina mucho más que la mágia... pero esa sensación de no saber qué demonios han hecho... me acoquina un poco.
Nanonianoniaaaaaa
Besos
totalmente de acuerdo...Como lo hacen??
Existio Realmente la Magia, En algun punto del Pasado?
A mi tambien me gusta el ilusionismo, lo eh practicado, Y a veces hasta yo termino asombrado.
Saludos!!
Ni idea porque te lo hacen delante de tus narices y es imposible no puede existir truco.
Santo Job: ¿Verdad que mola? Algún día me apuntaré a un curso de ilusionismo...
Un beso Tamariz.
BNV ¡Bienvenido! ¿Sabes hacer trucos de magia? :-) ¿Cuales? ¡Sorprendenos!
Pez: La historia se me ocurrió mientras veía un programa de magia. Se me quedó tal cara de boba que me dije, esos son magos de verdad y no simples ilusionistas.
Un beso.
A mi muchas veces me dan hasta miedo con estas cosas ... xD reiros pero es cierto ^^'
Joer, y más cuand desaparecen vidas humanas, yo digo coño (con perdón) Donde estarán cuando los hacen desapareceR? en alguna realidad o mundo paralelo? o.O
Es entonces cuando me entra el mal rollo y me emparanoyo jajaja
Salu2^^
A mi me gusta pensar que en realidad es nagia, sin explicaciones ni trucos.
Magia si, de esa que se borro hace tiempo.
Un abrazo mi amiga.
Watashi: Ja,ja,ja ¡que sepas que no eres el único! Besos.
Tsunami: Cuando era pequeña me dijeron que era así, y aunque luego me dijeran que no... no sé, suelen ser más fuertes las creencias de cuando eres pequeño y siempre queda algo... ;-)
¡Un besazo Guapa!
Trukos Variados y sencillos, Desde Desaparecer Una Moneda, Hasta adivinar el pensamiento.. XD
Hubo un tiempo en el qe en realidad no tenia nada que hacer, Saber Hacer magia es prueba de ello..
Recuerdo que ya de muy pequeñita me quedaba pegada a la Tv cuando aparecían los magos. Me fascinaba ver a la gente suspendida en el aire y siempre le preguntaba a todo el mundo si sabían el truco. Aún ahora me apasiona el ilusionismo y flipo con los números de magia.
BNV: Hombre, adivinar el pensamiento no diría yo que es un truco sencillo :-o
Lunaria: Lo mismo me pasa a mi :-)
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